Transantiago: ¡Santiago Capital del Aprendizaje!



En la Argentina del 2001 gracias al “corralito”, millones de personas aprendimos (me incluyo ya que vivía en Buenos Aires), a funcionar sin bancos y sin efectivo, aprendimos que un país puede tener cinco presidentes en unas pocas semanas, y aprendimos que la factura de la irrealidad económica siempre se paga. Fue un duro aprendizaje colectivo, durísimo para muchos.

Santiago de Chile 2007, sin el dramatismo y la violencia, también pasa por un proceso de aprendizaje colectivo a gran escala. El Gobierno y algunas empresas organizaron a partir de febrero un enorme carnaval de aprendizaje y desaprendizaje. Carnaval que durará por un tiempo y que tendrá a los aprendices en constante alerta.

Me refiero al Transantiago, un cambio radical, sin lugar a dudas necesario, del sistema de transporte urbano. Se cambiaron los buses, las frecuencias, los recorridos, los modos de pago, los paraderos, el modo de pensar, articular y realizar un viaje en el sistema de transporte público. Previamente se realizaron campañas, anuncios y publicidad, sin embargo todos los cambios ocurrieron de un día para otro. Por ello resulta interesante pensar en algunos de los aprendizajes que los sufridos usuarios de este sistema han tenido que hacer para poder trasladarse por la ciudad.

¿Qué tipos de aprendizajes se han promovido en este proceso?

Primero que nada, el aprendizaje de gran cantidad de información verbal. Nuevos nombres para dar cuenta de la creación de una realidad diferente: buses alimentadores, buses troncales, sistema de cobro automático, Tarjeta Bip, validadores, sistema integrado de cobros, viajes combinados, Administrador Financiero del Transantiago, etc. etc.

Pero eso es sólo el principio. Esta información verbal se estructura en marcos conceptuales dentro de los cuales articulamos estos conceptos. Los buses troncales tienen una relación con los locales, los que se articulan, a su vez, con un sistema mayor de distribución por zonas dentro de Santiago. Un sistema integrado de cobros permite, a su vez, diversas combinaciones dentro de una determinada unidad de tiempo, y así sumamos relaciones, contraste, estructuras y sistemas a comprender.

Todo ha cambiado, sin embargo muchas personas todavía no llegan a comprender el cambio profundo que esto implica. Todavía no se produce en ellos un cambio conceptual, aquel cambio profundo, y por cierto poco común, que nos hace comprender profundamente cómo funciona el sistema. Falta tiempo para que las personas no sigan pensando sus movimientos por la ciudad con el modelo antiguo adaptado a la nueva realidad. Las personas comprenden el funcionamiento, cómo se paga cómo se articula el nuevo sistema, pero la primera vez que se asoman a alguna de las principales arterias de la Capital se asombran y se extrañan que se ven vacías.

Otra área de aprendizaje privilegiada en este festival, ha sido el de los aprendizajes procedimentales, es decir cómo hacer cosas siguiendo un procedimiento. Para trasladarse al trabajo las personas ya tenían encapsulados, grabados determinados procedimientos, lo que permitía no tener que preguntarse cada mañana ¿Y hoy cómo me voy al trabajo? Sin embargo, ahora cambió todo: el procedimiento para disponer del pago ha cambiado. Tengo que tener una tarjeta, la que tengo que cargar con dinero regularmente, tengo que generar un procedimiento para cargarla (por ejemplo, todos los viernes, en determinado lugar), un procedimiento para asegurarme que siempre esté cargada, un procedimiento para asegurarme de portarla.

El procedimiento para tomar el bus también ha cambiado. Tengo que dirigirme a un lugar distinto, con frecuencias diferentes, por tanto aquí entran elementos de planificación de tiempos y de desplazamientos, los que implican elementos estratégicos de pensamiento. El procedimiento de subir al bus, que ahora incluye el hacer cola en los lugares más congestionados y pasar la tarjeta por el validador (que claramente tiene una falla de diseño, ya que la gente tiende a poner la tarjeta donde aparece el icono de la misma) son importantes aprendizajes que han sido, en algunos casos mediados por Monitores que han cumplido un importante rol. En otros casos, han sido los propios usuarios quienes han sido “enseñados” por otros usuarios, especialmente cuando las características del sistema no permitían una rápida comprensión.

Otros muchos aprendizajes se han producido, las habilidades sociales por cierto han tenido que desarrollarse si no se tenían, ¡no quedaba otra que preguntar! Lo mismo que la habilidad de seguimiento de instrucciones. Sin embargo capítulo aparte merece una habilidad y un aprendizaje que podría pasar inadvertido, pero que ha sido fundamental en este proceso: la lectura de mapas.

Los operadores del Transantiago repartieron más de un millón de mapas. ¿Las personas que lo recibieron sabían leer un mapa con este nivel de complejidad? Lo más probable es que no. Leer un mapa es una habilidad de tipo superior. En un mapa, dentro de una representación gráfica a escala, de un determinado recorte de la realidad, se sitúan distintos códigos gráficos y lingüísticos que deben ser comprendidos para lograr por ejemplo, comprender en forma dinámica la circulación de los buses, lo que a su vez me lleva a tomar decisiones utilizando esta información.

También se ha aprendido a cultivar la paciencia y controlar las frustraciones de un sistema tecnocéntrico (que pareciera olvidó que la técnica no es todo).