El aprendizaje del inglés se ha convertido en tema de titulares en los diarios de Chile y como muchas actividades que se desarrollan en un mercado (el de la enseñanza de inglés) se mezclan hechos con mitos.
Partamos por decir que aprender inglés se encuentra más cercano a aprender a tocar un instrumento musical que a aprender historia o geografía . Por lo tanto las conclusiones son obvias: es mejor comenzar a aprender desde muy pequeño en forma gradual y usándolo. Así, cuando las condiciones permiten aprenderlo como Segunda Lengua (un niño chileno viviendo en Nueva York) las condiciones son ideales y el proceso es más fluido, ya un contexto en inglés (por lo menos en el colegio, la calle y los medios) plantea los desafíos en forma gradual a medida que la persona va aprendiendo y creciendo en el nivel de exigencia e interacciones.
Distinta y más difícil situación es cuando hablamos de aprenderlo como Lengua Extranjera. Esta es la situación en Chile. Donde a menos que tomemos cursos de Salsa (que en general están llenos de “gringos”) quienes nos rodean no son hablantes de inglés. Así llegamos a que los niños en Chile tengan que aprender inglés en los colegios, y cuando disponen de recursos en institutos.
Dejando de lado los colegios denominados bilingües, donde no sólo se tiene la enseñanza directa del inglés, sino que muchas actividades se desarrollan en inglés (aprendizaje de otras materias, teatro, debates, etc.) y donde probablemente los padres de los alumnos sepan inglés, el resto, el 98% de los chilenos tendrán que tratar de aprender inglés con esfuerzo y cruzando los dedos para que les toque un contexto de aprendizaje favorable.
Este contexto favorable debería comenzar en el nivel preescolar con gran cantidad de juegos, canciones y rimas en inglés. Gran cantidad de estímulo auditivo y donde se trabaje la sensibilidad (cognitiva y emocional) hacia la lengua inglesa. Con buenas docentes, recursos y tiempo esto no es especialmente complicado.
Muchas veces lo complicado comienza en primero básico, paso clave en la estructura escolar, cuando los niños comienzan a demostrar sus habilidades para leer y escribir. Aquí muchas veces se le pone freno a lo que venía desarrollándose desde preescolar, ya que surge un temor a que el inglés interfiera en la lectura y escritura en español. Sin embargo la interferencia es mínima y estos temores son injustificados.
El otro problema es que en básica hay que comenzar a ponerse serios y comenzar a enseñar de “verdad”: no seguir más con juegos y otras cosas entretenidas, hay que enseñar de lo general a lo específico, de lo teórico a lo concreto y lo complejo cortarlo en partecitas que puedan ser fácilmente digeridas y repetidas. Y aquí es donde aparece en gloria y majestad la enseñanza de la gramática en inglés, la que se percibe como la “única” estructura que nos permite enseñar ordenadamente (de lo general a lo específico, de lo teórico a lo concreto y en partecitas que se van agregando). Gran error. La verdad es que sería mejor seguir enseñando en forma lúdica, con actividades y desempeños ajustados a la edad de los alumnos, con temáticas que sean de su interés y con una
buena estructura de fondo que guíe a los docentes. Pero sin lugar a dudas que esto es más complejo que enseñar gramática y listas de vocabulario.
¿Y qué pasa con quien no aprendió de pequeño o pequeña? ¿Podrá aprender?
Claro que podrá aprender, pero no mágicamente como prometen algunas publicidades (¡aprenda inglés durmiendo!, ¡aprenda inglés en 20 horas!, ¡aprenda inglés sin esfuerzo!). Tendrá que aprender con esfuerzo, con mucha dedicación y práctica para llegar a sentarse relajadamente a conversar, negociar o discutir con un hablante nativo de inglés.
Probablemente lo que más le cueste es la pronunciación correcta con los sonidos del inglés, y la verdad es que esto importa bien poco, mientras una “mala” pronunciación no interfiera con lo que está tratando de comunicar. Millones de extranjeros que viven en Inglaterra o Estados Unidos, que hacen su vida diaria, que trabajan allí tienen una pronunciación a la que en Chile le pondrían menos de un 4 (en Chile la escala de notas es de 1 a 7). Por lo tanto, si aprendemos inglés por motivos prácticos, seamos pragmáticos y el sentido estético del sonido del inglés dejémoslo para quienes quieren ser docentes de inglés. Lo importante es que podamos comunicarnos, comprender y ser comprendidos logrando nuestros objetivos comunicativos.
Así, las habilidades comunicativas cuentan bastante. Es mejor atreverse con poco vocabulario, fallas gramaticales y mala pronunciación que quedarse callado pensando que lo vamos a hacer mal. El problema es que muchas veces esta barrera viene de la enseñanza. La que se concentra en el vaso medio vacío, poniendo el énfasis en los errores (claro está, con la buena intención de corregirlos), pero creando una fuerte asociación entre error y negativo, lo que desemboca en que la gente no habla ni escribe hasta que no estén seguros que está bien.
La globalización y la tecnología exigen inglés, pero al mismo tiempo entregan a las nuevas generaciones (claro está, no a todos por igual) herramientas y acceso a contenidos e interacciones en inglés. Esto ayuda a aprenderlo. Al mismo tiempo el mercado del trabajo interno y externo comienza a exigir que cada vez más gente sepa inglés en Chile. Sin embargo agregaría que no sólo es un asunto de mercado el aprender inglés. También es un asunto de ampliar nuestro mundo, de crecer personalmente, de tener acceso a ideas, personas y conocimientos que nos estarían vedados si no supiéramos inglés. Por todo esto, aprender inglés (junto con comprender todo tipo de textos, saber expresarnos en nuestra lengua materna y manejar tecnología) no debe ser otra cuña que abra más el espacio de desigualdad que tenemos hoy en Chile.